Profesor de la Escuela de Arquitectura Superior de Valencia, director de un estudio que lleva su nombre y uno de los arquitectos valencianos con más proyección profesional nacional e internacional: Fran Silvestre. El estudio que dirige, Fran Silvestre Arquiectos, encarna el concepto de equipo gracias al trabajo de un gran número de profesionales, los cuales dan forma a los conceptos de belleza y funcionalidad mediante sus proyectos. Funcionalidad entendida como el requisito arquitectónico de que las obras cumplan unas determinadas necesidades con el usuario, el cliente o el entorno.
Autor de grandes obras con presupuestos elevados o de pequeña arquitectura, en todos sus proyectos se tiene especialmente en cuenta la economía sin desperdicios, gracias a la precisión en el proceso proyectual. Sus obras hablan de diálogo, de innovación, de precisión y de continudad en todos los matices de una obra arquiectónica: continuidad con el entorno, continuidad de los espacios, continuidad constructiva y continuidad temporal. Sus obras buscan perdurar en el tiempo sin quedar obsoletas.
El edificio tiene su inicio en el emplazamiento donde se ubica: un entorno consolidado rodeado de jardines con grandes árboles.Éste pretende formar parte de él, camuflarse sin perturbarlo ni alterarlo. Se compone de una pieza metálica horizontal volada que se apoya sobre un zócalo revestido de piedra, la cual es empleada en parte de la urbanización de la parcela. La pieza superior se eleva y se mimetiza con el entorno.
La banda de servicios, la escalera y el atrio se concentran en una bada central a partir de la cual las demás estancias se colocan en paralelo volcando siempre al espacio exterior. La zona de día se coloca en planta baja, mientras que la zona de noche se sitúa en la planta superior, dotada de dos grandes terrazas orientadas a Norte y Sur. Estas terrazas, a modo de bandejas, protegen las fachadas del volumen inferior a la vez que facilitan la relación con el exterior del volumen superior.
Los espacios pretenden expresarse en su propia esencia con sinceridad. La claridad y simplicidad de las formas y la continuidad de los espacios dotan al edificio de un carácter atemporal y multifuncional. La construcción se realiza de manera impecable cuidando todos los detalles.
La Casa del Acantilado se sitúa respetuosamente sobre una colina abrupta en la localidad de Altea, en Valencia, mientras mira de manera curiosa el mar Mediterráneo. Con la pretensión de no alterar el terreno, el edificio se construye mediante una estructura basada en una serie de losas y pantallas de hormigón que se anclan al terreno. Desde la cota de acceso desde la calle se accede a la plataforma volada en cuyo interior se alberga la vivienda.
El edificio en su conjunto se aisla térmicamente mediante un estuco de cal liso, flexible y blanco, color empleado en el interior del edificio también y que le dota de un carácter unitario. La escalera, mediante un recorrido atractivo, nos conduce a la piscina situada en una cota inferior y que constituye un paso previo al mar.